lunes, 3 de diciembre de 2018

¿Ya habéis estado al lado?

Tras un largo día, ha vuelto a casa.
La fatiga del trabajo,
lo que no le gusta de su jefe,
la rutina y el salario escaso.

Tras un largo día, yo esperando.
La nostalgia del pasado,
lo que duele darse cuenta,
la duda y -a la par- la certeza.

Un pequeño choque
de "todos tuvimos un mal día"
se produjo de abrir la puerta
hasta llegar a la cocina.

Lo de siempre.
Indiferente.
Yo al lápiz,
él al portátil.

Así.
Casi
nada.
.

Hoy he notado
cómo se ha sentado al lado.
El hueco del sofá
se me ha marcado en el estómago.

Pesaba más que la ausencia de habla.
Leve movimiento a la derecha,
no vaya a ser que nos rocemos
y sea evidente esta brecha.

De un tiempo a esta parte se anunció el fin
dentro de los dorados muros de un horrible jardín.
Mas yo siempre cambié la tierra,
regué las plantas, sané sus gritas.

Sin embargo, aquellas plantas...
Cada una diferente:
unas lucían como tú,
otras eran yo totalmente.

Ahora sé
-por un jardinero más ducho que yo-
que no todas las plantas
tienen la misma sed.

jueves, 21 de junio de 2018

¿Cuántos rostros puede uno llevar a cuestas?

Todo el mundo ha venido conmigo hasta aquí, pero nadie me avisó de que iba a hacerlo.
¡Cómo iba yo a saber que en la caja del supermercado trabajaba ahora la cantinera de mi instituto, con la misma sonrisa inmensa que siempre tuvo!
Mi primo Noé resucitó una tarde para dar un paseo por Market Street y recordarme qué atractivo era.
La dependienta del Corte-Inglés ahora protagonizaba un anuncio y se había teñido el pelo: rojo pasión.
El perfume de mi padre iba en cada trabajador que, recién llegado al trabajo, aún olía a perfume, pero que ya empezaba a mezclarse con tabaco.
Josemi apareció todos los días y en partes diferentes.
Paloma giró rápida por la esquina de un bar en reformas, parecía que tenía prisa, quizá llegaba tarde a su último año de universidad.
Mamá iba en familia por Deansgate y, como siempre, parecía no tener frío.
Mis sobrinos lloraban, reían y gritaban en cada niño.
Prieto vino a comer dos días al restaurante y siempre escogió la misma mesa. Jiménez Cano madrugó mucho una mañana de martes y me adelantó esquivando un pivote.
Alberto se paró en frente durante mi descanso para colocarse bien el gorro y tapar sus orejas de luchador.
La voz de Álvaro me decía: "mira, mira", en cada coche que pasaba.
Tomás y su bandana pasaban fijándose en el cielo oscuro, quizá aventurando el odio que aún estaba por venir.
Cada barba trajo a Pedro y al humo de su cigarro.
Adriano trabaja en el kebab de enfrente y a  veces comemos juntos.
Sandra sale de la clínica dental para pedir un zumo.
María, de repente, se sentó a comer en la mesa de al lado, pero no reconocí a su compañera.
Nemesio sigue con el mismo coche, pero ya no lleva chándal.
Ana ha cambiado de novio, el de ahora ya no tiene barba.
Creo que Noelia es mi vecina, pero aún estoy por descubrir si es segundo derecha o segundo izquierda.
Raquel parecía buscar a alguien, no me dio tiempo a ayudarla. Seguidamente Azaria apareció. Probablemente habían quedado, pero Azaria tardó en encontrar aparcamiento. Maldito aparcamiento en el centro a las 10 de la mañana.
Isa ahora es vegana y viene una vez a la semana.
Había un sinfín de pelos teñidos de rubio caminando hacia Park Life y Elena vino corriendo a mi cabeza.
A mis hermanas creí escucharlas varias veces, pero al girarme ya no estaban.
Álex venía de entrenar esta noche, parecía cansado y un poco más bajo.
Estaba en mi día libre mirando por la ventana de un sexto y juraría que aquella chica del autobús de las ocho iba a tomar unas cervezas con un par de amigos en The White Lion.
Entré a la librería principal el 10 de junio y en la segunda planta estaba la sección de clásicos de la Nebrija, con su olor y sus estrechas mesas. Estaba bien conseguido.
Paula suele pasear con Pablo por Picadilly Gardens y los veo muy bien, juntos en el mismo lugar definitivamente.

Supongo que vendrán pronto los demás y supongo que me llamarán para hacer algo, para vernos, para contar qué tal nos va.