Una mujer tiene que mirarse cada día al espejo,
durante un rato, hablarse
y establecer sus límites,
firmar su pacto.
Debe respetarse fieramente,
y no permitir que alguien deje de hacerlo,
porque una mujer es tan fuerte
que si falla ya en nada puede creerse.
Una mujer es ternura
y también carácter,
comprensión, amor y lujuria,
pero también rencor.
Una mujer no olvida,
no debe hacerlo.
Una mujer actúa, pero no se queja.
Ella tan solo va despacio...
Una mujer no se avergüenza de su libertad
ni reza cuando tiene miedo.
Una mujer tiene fe en sí misma
y poca en el resto.
Una mujer ayuda a otra
y no permite que la humillen,
porque cuando nos unimos
nos faltan tíos a los que hundir en el camino.
jueves, 18 de febrero de 2016
domingo, 14 de febrero de 2016
Los fin[des] de octubre
Hoy te escribo, porque te vas,
y en el fondo ya era hora.
Porque seas feliz,
después de tanto merecerlo
y porque no me recuerdes
como otra cosa que una broma más,
de esas que nos gasta el latir.
Debo ser lo que fui,
el último café de una última vez,
pero nada más serio que eso.
Hoy estoy bien,
contenta en el llanto de tu merecida felicidad.
Sé que te vas encontrando
y has dejado de morir.
Nunca tuve la brújula que te orientara,
ni aprendí a mirar los mapas.
Desquicié un millón de veces
el rumbo lógico
de toda vida humana,
porque este corazón hastiado
no se encontró nunca el alma.
Te guardo muy buenas palabras,
porque es lo que me has sembrado.
Yo abandono el tablero y leeré,
una vez más, las instrucciones del juego.
Es tu turno y ahora yo me siento,
aquí,
a esperarme.
y en el fondo ya era hora.
Porque seas feliz,
después de tanto merecerlo
y porque no me recuerdes
como otra cosa que una broma más,
de esas que nos gasta el latir.
Debo ser lo que fui,
el último café de una última vez,
pero nada más serio que eso.
Hoy estoy bien,
contenta en el llanto de tu merecida felicidad.
Sé que te vas encontrando
y has dejado de morir.
Nunca tuve la brújula que te orientara,
ni aprendí a mirar los mapas.
Desquicié un millón de veces
el rumbo lógico
de toda vida humana,
porque este corazón hastiado
no se encontró nunca el alma.
Te guardo muy buenas palabras,
porque es lo que me has sembrado.
Yo abandono el tablero y leeré,
una vez más, las instrucciones del juego.
Es tu turno y ahora yo me siento,
aquí,
a esperarme.
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