Esta noche, como muchas otras,
te he echado de menos.
El factor común seguramente es la hora,
aún no estoy preparada para ir a la cama temprano.
No estoy preparada para dormir
sin estar agotada y siempre
me acabo agotando a lágrimas que yagan
para decir que te recuerdan.
Y es que, en realidad, nunca aprendí a lidiar con la soledad.
Qué mal día, pero cuánta compañía entonces.
Ahora bien, pero demasiada calma en este alma
todo el día y días tras día.
Yo, como siempre,
me acostumbré al caos del sinsentido
y a la monotonía de un mismo rostro,
no puedo ahora estar tranquila y mirando otras pupilas.
¿Cuántos cadáveres voy a gastar en superarlo?
¿Cuánto tiempo y cuánto daño?
Hoy iba a hacer lo de siempre.
...rebuscar en los recuerdos, revolver las fotos
e inventar por qués, pero recordé que así fue,
que me lo prometí en el último destello de coraje,
que no hacía falta entenderlo, sino asumirlo,
que para aceptar hay llanto y para llorar un tiempo.
Ya solo sé fingir, fingir como modo de vivir.
Fingir y no herir: no herir será bastante para sobrevivir.