A veces hay que quedarse un poco mudo
para entender el swing de la vida
y ver en otros tus fallos de hace días.
Hay demasiadas palabras inútiles
que aportar no aportan nada
y que enjaulándote acaban.
¿A quién pronuncias tus tiros?
A nadie más que a tu examen nocturno
cubierto de orujo y nubes de humo.
Empezaste a vivir el día en que te sentaste,
que te esfumaste sin nadie a relajarte
y que entendiste el tiempo que debías dedicarte.
Nadie se sentará en tu mente un día
y nadie comprenderá que a ratos no los quieres,
que tu mente no se inspira en sus rutinas.
Creerán que has empezado a vivir solo,
pero estás mejor que nunca
en ese escenario de existencia abúlica.
Hay demasiado ruido en las calles,
demasiado cansancio en la gente
y tú, al que nadie entiende y el que a nadie atiende.