lunes, 16 de octubre de 2017

Lightning

Dios, ¡cómo te echo de menos!
Quizá es que hoy el viento de huracán me ha removido pensamientos; quizá es que Warcry suena en el i-pod y has venido a mis oídos; o quizá es que te he callado demasiado y has empezado a dar patadas. No lo sé.

Siempre creí que en este momento estaríamos juntos, juntos de la manera en que siempre lo estuvimos, juntos por el rayo que todo lo contempla, que nos une y alimenta. Sin embargo, empiezo a creer que te saciaste. No lo sé.

No me dueles, me curas como siempre. No vienes para salvarme, dejaste de hacerlo hace tiempo, pero te conozco y sé que, ahora que me ahogo, querrías salvarme si supieras. Si supieras que vuelvo a callar asfixias. No lo sé.

Hoy nos parecemos, ¿sabes? No, no lo sabes. Tengo los nudillos ensangrentados, pero no he golpeado nada. Ha sido de abrir botellas con mechero, porque la ansiedad no aguantaba del sofá al cajón de los cubiertos.

Creo que estás feliz, aunque no te haya dado mi par de consejos semanales durante ya más de 22 semanas... Ojalá todo esté bien dentro de esa cabeza caótica y se vaya ordenando hasta hacerte llegar muy alto. Yo miro los contactos cada día y has bajado tantos puestos en "recientes" que da miedo. Puede que a ti también te asuste. No lo sé.

Aquí hace frío y no encuentro anestesia de la que se conseguía tan fácil en casa. Ya te he decepcionado varias veces yendo sola a la barra, porque no tengo con quien sentarme en la mesa. Lo hago siempre al salir del trabajo. Quizá ahora me reñirías. No lo sé.

Trago mucho techo, aunque finjo dormir, y fumo demasiado, aunque finjo que siempre fui así. He aprendido cosas, como que en la distancia hay una ley no escrita: se deben callar los males, maquillarse para las videollamadas y decir qué bien te va. Quizá te gustaría visitarme y hacerme hablar. No lo sé.

A veces lamento cuánto luchaste por mí, porque me empeño en hallar batallas que lidiar juntos y solo recreo cuantos asaltos peleamos para llegar a un final sin más expectativa que esperar. Lo último que conservo es una boca con cremallera que me ayuda a frenar los dedos cuando espero saber qué tal estás. Seguramente te gustaría saber que te recuerdo. No lo sé.

Vivo tan raro y no sé tantas cosas que solo bebo. No me entero de casi nada de lo que solía enterarme, evito las responsabilidades y me pesan los horarios. A lo mejor incluso así podrías reconocerme, porque fuimos mucho. NO, lo sé.

viernes, 25 de agosto de 2017

Podría empezar hablando sobre una extraña atracción, sobre tres meses de no entenderme, sobre una tarde de martes, sobre lo fácil que nos lo ponen las redes sociales para abordar a las personas o sobre cómo el alcohol a veces nos lleva a decisiones que abocan al ridículo. Sin embargo, si mi historia no interesa, aún menos interesa cómo comenzó.

Acabo de mentiros: no hubo comienzo, porque no hay historia. Esto tiene algo bueno: nunca terminará. El caso es que lo he imaginado a gritos, sé todo lo que va a pasar sin que pase nada y sé todo lo que nos faltará por decir, sin mediar palabra. El caso es que me gusta, aunque las horas sean largas y se me agoten las ideas de tanto recrear momentos.

Él no es poeta, no sueña con serlo, pero a lo largo de la vida ha descubierto la poesía. Él ha extraído versos de sus besos y sus momentos; él ha olido el amor y ha sentido cómo pesa. Sin darme un comienzo ni un final, me ha dejado marcas por en medio: me ha mostrado líneas que no escribió para mí, de las que una se imagina inspirar un día, quizá antes de morir.

El techo desaparece por las noches, cuando me tumbo y con los ojos abiertos voy a donde está. A veces solo me siento al lado para escuchar cómo respira, otras finjo la primera cena que le prepararía y el resto me las paso de un lugar a otro:

-Viendo cómo la ventanilla del coche nos refleja riendo.
-Viendo cómo le tapo los ojos al llegar y se gira a besarme.
-Viendo cómo hacemos el viaje de cada verano.
-Viendo cómo dudo qué ponerme para que me mire de esa forma.
-Viendo cómo le encuentro las cosquillas.
-Viendo cómo son sus ojos a través de sus gafas de sol.
-Viendo cómo huele despertar al lado y cómo sabe con los ojos cerrados.
-Viendo cómo consigue que me ría mientras pretendo seguir seria.
-Viendo cómo llora por primera vez.
-Viendo cómo cambia su cara antes del sexo.
-Viendo cómo elegimos un plan.
-Viendo cómo quedan las fotos que le echo mientras está ausente.
-Viendo cómo se cansa de mis absurdos juegos.
-Viendo cómo se mete conmigo.
-Viendo cómo me aprieta tras un largo día.
-Viendo cómo necesitamos del otro.
-Viendo cómo mis dedos dibujar cascadas sobre su espalda.
-Viendo cómo sé qué regalo espera.
-Viendo cómo se siente su respiración en la nuca mientras preparo el café.
-Viendo cómo crece y es cada vez más perfecto.
-Viendo cómo el espejo nos mira tras una ducha.
-Viendo cómo me recuerda por qué lo elegí.

Aún así, ya tengo el cuerpo destrozado por los besos que le faltan y una cama que hace ruido por sentirse abandonada. Ya sabéis por qué me pasé al bando del escritor: para imaginar cómo era ser la musa de algún loco autor.

viernes, 18 de agosto de 2017

Carta a la futura novia de mi ex

Hola, primero he de decirte que cuentas con mi respeto, porque si alguien como el te ha elegido, sé que mucho de lo que hay en ti merecerá la pena. No apoyo vuestra relación, ni la apoyaría con otra, pues  creo que ninguna de vosotras será todo lo bueno que él merece.
Y te preguntarás que quién soy yo para venir con estas. Yo, que lo perdí. Pues soy, ni más ni menos que lo que serás tú en un tiempo si lo dejas ir. Soy un ser arrepentido, aunque ya no llore, aunque todo esté asumido. Él aguantó mis quince. No sé si lo sabes, pero los quince son horribles. Él fue el primer amor y gracias, porque eso hizo que cuando llegaron los malos supiera que seguía existiendo, aunque yo no estuviera teniendo suerte.
Con la poca buena voluntad que aún me queda quiero escribirte todo lo sencillo que es tenerlo al lado. Él es de los buenos, de esos que la gente se empeña en decir que no existen; él adoraba verme recién levantada y no porque mintiera con eso de que "estamos más guapas", sino porque le hacía tanta gracia verme fea que le parecía adorable.
Solo necesita una compañera que se respete y que lo respete, pero has de saber que no te quiere para un rato, ni para un tiempo: te quiero para una vida, que si no no le vas a dar, déjalo ir. Déjalo ir, pónselo fácil, porque te querrá tanto que se habrá olvidado de sí mismo y seguirá a tu lado, aunque tú no lo merezcas.
Yo ya estoy bien, pero me llevó mi tiempo. Tú tienes tu oportunidad y una suerte que ni teimaginas: préstale atención, mímalo cuando las cosas salgan mal y habla con él, háblale mucho, porque es muy interesante, porque sus palabras las recordarás siempre. Te lo digo yo.

lunes, 7 de agosto de 2017

Cuando el silencio es amor

Repetiría esa noche una y otra vez, sin cambiar algo, sin que nada más pasara. Solo fue esa noche, una noche tonta para imaginar por encima de las posibilidades. Eran esas imaginaciones que vienen con la voz ronca de un día siguiente y te golpean porque se amontonan en vasos de tubo y confusión de una noche que cambió en algún punto absurdo.

Hoy volvería atrás como Ticio repitiendo su castigo. Mi castigo el de no verte, el de que hayas aparecido, el de soñarte pero saber que solo sueño, que todo lo imaginé. Adelantaría luego el tiempo por seguir imaginando una segunda vez y repetirla mil veces también. Una segunda donde todo sea el silencio en que a mí me brillan los ojos contemplándote al lado, donde las palabras no tengan espacio.

Eso quiero: obervar cómo tú, encarnación del mismísimo Apolo, me regalas un trazo de tacto sobre tus brazos; observar cómo tú, encarnación de Hercúles o de Aquiles sin talón fallido, muestras que dejaste el puesto de dios a la soberbia y preferiste conservar la mitad humana de la empatía. Yo sé que si hoy volviera Miguel Ángel a esculpir, rompería en mil pedazos su David.

Tengo dos meses para soñarte y ningún sueño mejor me ha venido en varios años. De igual modo cogeré ese vuelo y te dejaré (sin haberte tenido), te echaré de menos (sin haber habido un más), lloraré despierta en sueños al legar y dormiré durante un tiempo esperando verte despertar. Solo será un tiempo, hasta aceptar que no apareciste por ninguna razón del destino, sino por casualidad y yo me empeñé en pensar que por esta vez sentí algo vivo.

Fuiste el algo que volvió a enseñarme lo que esconde una buena conversación mientras me hablabas y todo el horizonte se perdió teniendo el alfa y la omega de la mía a tu mirada. Fuiste algo que lucharía, algo que cagaría durante el segundo de decirte: "Verás... Yo... Debo estar loca y por eso siento que ya te quiero", esperando tu más cuerdo: "Te has equivocado de persona, lo siento". Yo igualmente lucharía ese segundo en el que ser valiente, aunque sea el golpe duro que haga temblar mi mundo.

Lucharía también por volver a ese lugar que no me gustaba mucho, pero que ahora eres tú. Será cobijo de la pena y recuerdo de pieles saladas, almas mojadas en musgo y pies doloridos de intentar seguir tu rastro. ¿Cómo me defiendo de algo tan irracional, químico e irremediable? Aún así toda la culpa es tuya: tu delito es ir rompiendo mitos, nublando al mundo y comiendo con tu humildad las almas que te acompañan, afortunadas de que una vez las miraras.

miércoles, 19 de julio de 2017

"...que el saber no ocupa lugar, sino que puede hacerte ocupar un lugar importante".

Durante una lejana época me empeñé en aprender letras portuguesas que utilizaba en mi soledad. Al cabo de seis años me hicieron parecer lo suficientemente graciosa para conocer a tres brasileños que hablaban mi idioma en un pub extranjero y que después evitarían que perdiera mis bolsas de la compra.

Aún en edad adolescente, haciendo caso omiso a los adultos, decidí abandonar todas las actividades extraescolares: no quería aprender nada. A cambio, con tanto tiempo para el silencio abrí un libro de adivinanzas, presagiando que los libros y el lápiz me harían tremendamente feliz, llegando a hacer de aquello mi profesión.

Hace tiempo quise un curso de formación sobre los menores soldado y allí, además de teoría, me empapé de niños que fingieron ser muertos sobre los charcos de sangre de sus vecinos. Me regalaron dibujos que me despiertan la conciencia cada vez que abro esa carpeta.

En uno de mis aciertos, allá por mis quince años, tuve un novio que me hizo saltar el muro del pueblo, el parque y la plaza, además de descubrir en mí toda una revolución. Parecía que era ir rápido o ser influenciable, pero lo cierto es que él me hizo independiente y desde ahí nunca dejé de gritar, de perder el miedo a las pancartas y de darme cuenta de que defender lo justo no hace sentir vergüenza.

Por imposiciones legales comencé una formación mínima inglesa -siempre a regañadientes-. Finalmente, me permitió protagonizar mi primer beso de película bajo una lluvia torrencial en la puerta de un Bed and Breakfast.

Me propusieron aprender algunos métodos de trabajo y juego para entretener a niños durante una tarde. Me quedé toda la semana y, aunque los métodos se me olvidaron, podía sentarme con ellos en la calle cuando la clase acababa y nadie venía a buscarlos, pensando que al menos hasta mi último autobús no jugarían con papelinas.

Una vez me permití equivocarme en una relación y al salir mis límites eran muy fuertes, infranqueables, duraderos. Además, empecé a distinguir a los buenos.

Me aseguraron que latín y griego no me servirían para nada; ya conoceréis eso de que los "listos" van a ciencias. Sin embargo, esa elección me obligó a salir de la burbuja de la clase de los estudiantes perfectos y durante esas dos horas me uní a alguien que, aunque no estudiaba mucho, siempre estuvo conmigo y mucho tiempo después, junto con la promesa de tatuarnos un rayo, me dio la mano para salir de un infierno.

Siempre odié hacer las tareas de casa, pero mamá me obligó a aprender: ella no era una esclava. Ahora mamá no puede hacerlo, tiene que recuperarse de una operación y yo puedo decir: tranquila, yo me encargo.

Solicité un voluntariado de refuerzo escolar con jóvenes en posible riesgo de exclusión, pensando que se trataría de un simple modo de obtener créditos universitarios. No os engaño: tuve que volver a estudiar Matemáticas, lo cual fue horrible. Sin embargo, adquirí paciencia para sentarme cada tarde a hacer deberes con mis sobrinos y descubrí que mi objetivo sería la docencia, incluso en este sistema educativo de mierda. No solicité los créditos, ya me sentía pagada. Hoy sigo viendo como aquellas dos chicas saben ser felices pese a las malas vivencias.

Uno de mis ex tocaba tanto la guitarra que me empeñé en aprender compases e incluso me atreví a cantar flamenco. Nunca seré una buena guitarrista ni mis "quejíos" me harán famosa, pero me ayudó a acercarme a mis alumnos cuando aún no tenía ni idea de lo que hacer.

Por probar algo diferente, aunque con miedo, escogí como segundo idioma de carrera el árabe. La lengua más bonita que he estudiado nunca y la que me hizo acercarme a alguien que me rompería cada mito en torno al Islam, haciéndome ver cómo de iguales éramos, tapándome las grietas de los prejuicios y poniendo amor en cada duda y en cada odio que los medios de comunicación sembraron.

Tuve un profesor al que odié cuando vi entrar con gesto prepotente, mandándome trabajo extra y jugando a adivinarme el futuro. Sí, al final lo quise. Lo quise porque al crecer vi que el trabajo de clase era académico, pero el extra era en valores, de modo que mucho de lo que yo era fue culpa suya. Cuatro años después de recibir su última clase llegué a un momento crucial en mi vida, miré a todo mi alrededor y él era la única salida.

En un cercano momento decidí que compensaba perder parte de un curso de inglés para profundizar más en el castellano, de manera que conseguí poner en mi camino a un filólogo que me permitió seguir el castellano sin perder ni un solo día de inglés, ponentes que me enseñaron vocabulario extra en tres idiomas más y una doctora que alentó muchos planes de futuro.

sábado, 24 de junio de 2017

Toxicomanía

Tú y yo queremos ser escena.
Tú y yo queremos ventanilla,
entre los dedos un cigarro
y cara de melancolía.

Tú y yo queremos ser miradas.
Tú y yo queremos compañía,
una mirada elegante y
cien gramos de blanca vida.

Tú y yo queremos ser fiebre.
Tú y yo queremos butaca,
una botella para dos
y por si acaso petaca.

Tú y yo queremos música.
Tú y yo queremos colchón,
con espacio de tres cuerpos
donde solo duermen dos.

Tú y yo queremos amor
de los que vienen y van,
yéndose para el recuerdo,
volviendo para olvidar.

Tú y yo queremos ser dos,
de los que rehuyen miradas
y nunca temen a nada,
Tú y yo seremos la cámara.

Ojalá sea ella

Lo que yo quiero es que nunca vuelvas a mirar a otra como me miraste a mí: de esa forma fría, aburrida y muda, que destruía cada lugar. De hecho, me reconforta pensar que en tu siguiente intento los ojos te brillarán y no habrá excusas para irse pronto.

Ojalá ella no haga grandes esfuerzos para captar tu atención, eso ya lo hice yo; no funcionó. Yo simplemente quiero que ninguno sea el estúpido y los dos seáis amantes locos, fieles instantes, desmadres crueles.

Lo que yo quiero es que siga el curso la balanza, que cuando yo sentí tu entraste en parálisis, así que ahora sientas mientras yo me postro en el sillón. De hecho, espero que ella abandone ciclo semejante y, simplemente, la cosa marche.

Ojalá yo esté cerca un día para verte sonreírle, necesitarle, acariciarle... Ojalá tú sufras como se sufren las cosas que merecen la pena, con la lucha que es camino y el camino piedras buenas. Va a pasarte, siempre lo detecto antes.

Ya no importa cuándo vuelvas o te marches: no habrán bienvenidas, no habrán despedidas, solo yo mirando tus idas y venidas por rincones donde fuimos, por los que perdimos el ritmo y por los que no aparecimos.

Ojala sepas que es ella, que te hará feliz.

jueves, 4 de mayo de 2017

Crónica

Nunca esperó verte en tantas noticias, no si no era por cumplir tus metas, que, desde luego, una no era morir a la edad de todos los grandes, pese a serlo. Nunca pensó que tu nombre sería tan popular en los buscadores de Internet y que al fin tus videos serían masivamente visitados.
Nunca esperó que cuando tu futuro empezaba a dejar de ser incierto, de pronto, cesara por completo la certeza. Nunca esperó que fuera ella quien asistiera a tu último aliento, mientras el suyo ni siquiera tenía espacio para desbocarse.
No estás y ella sigue estando; no estás y el mundo continúa incluso con aquellos que nunca te conocerán; no estás y siempre estarás en ella; no estás para que te diga todo aquello que le faltó expresar, para que te mire y te de vida, para tener el alma completa.
No estás, aunque sigas estando, porque no te has ido y no te irás, porque el 3 es ya un número de mala suerte y porque mayo, ¡oh mi mayo!, donde tantos héroes dieron su vida, otro más la ha perdido. Maldito mayo que es mucho lo que ha dado, pero a cambio de tanto...
Hoy Miguel Hernández va en las venas de todos, diciendo que no es cierto, que tendrás que volver con esta primavera, porque "A las aladas almas de las rosas / de almendro de nata te requieren, / que tenéis que hablar de muchas cosas, / compañero del alma, compañero". Así es como te has convertido en ese rayo que no cesa, en el constante recuerdo de esperanza, dolor y alivio.

martes, 25 de abril de 2017

Cuando yo ya no te busque

Este miedo a tu espejismo
me ha vetado algunas calles
por las que volvía a casa.
Tengo miedo a que aparezcas
y a pasar sin que me veas.

Tu recuerdo me ha vetado
aquel restaurante nuestro
y sitios por descubrir.
Tengo miedo de saber
y no saber de ti.

Tengo miedo
de que el miedo
no se vaya
y esperar
eternamente nada.

En cualquier caso,
te pienso y estoy a salvo,
te encuentro deambulando
en un descuidado cuerpo
que aún responde a tu mandato.

Este miedo se me irá,
como cualquier miedo hace,
en cuanto encuentre el momento
que alguien llene sin buscarte
como ahora estoy haciendo.

martes, 11 de abril de 2017

El instante del comienzo

Transcurría normal la mañana,
con idas y venidas
por los sueños que brinda su mirada.

Había un café,
quizá algún árbol molesto
y un cenicero que paliaba el tiempo.

De repente y sin aviso,
su rostro del mío a un centímetro:
me detuvo el tiempo y me pisó el olvido.

Empecé a ahogarme
por voluntario suicidio
en esa quimera azul

que forma su mirada
al contraluz de aquella sierra
jamás vista de aquella manera.

Salían de su boca versos
y nudos de mi garganta,
a parte de ganas, ganas, ganas.

Me lo explicó:
"esto no es poema, es caligrama",
moldeándome con él la cara.

[No fui la musa
de aquellos versos
ya traídos en el bolsillo,

ya marcados por el tiempo,
por todo lo que ha vivido
con otras, sinmigo].

Sin embargo...
Volvamos a él y a mí,
a su voz recitando:

Terminó,
aunque yo aún lo escucho
hablando mientras tiemblo.

Supe que iba a ser eterno,
que no recordaría ni un verso,
pero que los guardaría dentro.

Se tomó un segundo
y estalló el beso.
Nosotros mudos y el mundo ciego.

Se marcharon con él de nuevo,
uno a uno, cada verso,
para cada vez, al verlo,
ser instante del comienzo.

jueves, 12 de enero de 2017

Quiero ser

Quiero ser el segundo cigarro de cuando pienses que solo te queda el último; quiero ser los gritos de tus embestidas y el Pepito Grillo de tus tardes con amigos.

Quiero ser tu imposición sin reglas, ser tu norma, sin ponerla; quiero que te hartes de verme sin tener bastante y te olvides de quién eras.

Quiero ser esas frases que escribas y nunca puedas conectar; quiero ser tu "mierda, no me queda batería" cuando no esté y tu "dame un respiro" en cada par de veces cuatro veces más.

Quiero ser tu única mitología, tu lectura cada día; quiero ser cada noche todas las amantes de mi Zeus y también su Dafne esquiva.

Quiero ser quien siempre tiene fuego para darte; quiero ser quien se calle a tu lado y solo así ayudarte, ser tu espacio a solas, tu desmadre.

Quiero ser las paredes que miras tantas horas; quiero ser tus ganas de huir y el cuerpo donde naufragues. Quiero ser más datos en tu vida, como la anterior, como, quizá, una próxima.

Quiero ser el lienzo que mires en tus desvelos con pinceles en los dedos; quiero ser la respiración que toque música en tu oído, el alimento de tu alma y quien devorarla.

Os diré algo al resto: él adora Marte y yo soy Minerva, prenderíamos fuego al mundo en nuestra guerra. El campo de batalla es un colchón donde arde Troya, donde damos tregua al mundo buscando en lo más profundo.