sábado, 17 de diciembre de 2016

:)

Os he visto muchas veces. No sois más feas, ni más tontas, ni más antipáticas, pero menos tampoco.
Os he visto muchas veces. No soportáis al resto, aunque no os hicieron nada.
Os he analizado a fondo y soy mujer, así que me hago una idea.

Resulta que es bastante guapa y que, además, no contenta con eso, tiene una personalidad que engancha. Ningún chico va a saber decirte qué hace que la prefieran a ella, porque al igual que a ti cuando la observas, algo les atrae, algo que no se ve a simple vista.

Supongamos que tu novio la mira, la mira como mira a todas las demás, pero tú eres quien a ella la ve distinta. Supongamos también que confías en tu novio, pero confías con esa confianza de saber que conoces muchas parejas en las que de manera sistemática entran más de dos personas.

Pongamos que, aunque eres joven y te consideras avanzada, en tu cabeza siguen muchas reglas del machismo, así que el odio lo diriges a aquella que solo quiere ir mona (como tú), que le gusta gustar (como a ti) y que va rodeada de gente (como a ti te gustaría).

No vas a odiar a quien le gusta porque es bonita, ni a quien babea porque la ropa le queda maravillosamente bien, no tiene sentido. No tiene sentido, porque es normal que cualquiera fije la mirada cuando pasa, de hecho, te pasa a ti y no te gustan las mujeres.

Frente a esto, la ilógica más pura te hará pensar que lo que no es normal entonces es que ella vaya así, porque sabe que la mirarán y sabe que tu novio va a fijarse, por lo tanto, ella, que tiene el joystick de todos los ojos masculinos, es una puta. Punto.

Ya sabemos, pues, que la fidelidad está difícil, que el odio siempre lo dirigimos hacia la pobre chica que, simplemente, sin pedirlo, nació atrapada en el físico que queréis y que le hará ganarse el odio de tantas a las que ni conoce. Sabemos también que vuestra confianza desaparece, porque habéis vinculado toda vuestra vida a ser "mejor que", "la mejor de" y "la más de".

Como sabemos tantas cosas y como no sois conscientes de lo absurda que resulta vuestra actitud, aquí va esto:

Si eres incapaz de reunir en un mismo lugar a tu novio y cualquier chica, cambia de novio, no la eches a ella. Te digo que cambies de novio porque no ha conseguido que te lo creas ni que te sientas mejor que cualquiera a su lado. Ya encontrarás al que se eche fotos con "las mejores que", "las mejores de" y "las más de" sin importarte.

Si te molesta cómo viste una chica cuando pasa por delante del chico que te gusta, ve a buscar otro, gira tú la cabeza, porque a lo mejor estás perdiendo de vista al que te mira mientras tú la miras a ella, al que se ha fijado en que tú estás guapa despeinada y no en lo corto de su falda.

Si no puedes ser amiga de alguien porque la ves muy guapa y eso te cabrea, siéntate. No te cabrea que sea más guapa que tú, tú vales mucho, pero lo que ocurre es que te aterra. Te aterra que ir a su lado te haga invisible y te aterra darte cuenta de que liga mucho y tú sigues igual. Tú eres tú, ella es ella, tú no eres estrecha y ella no es puta.

Siéntate y habla contigo sobre si, verdaderamente, lo más importante de tu vida es gustar a los chicos y eliminar del camino a las que lo ponen difícil, o si lo importante del camino es que mires por dentro a las personas y te rodees de los que valen la pena, sean guapas o feas, pero que te quieran y te hagan sentir grande.

Una no pierde la confianza por voluntad propia, sino por comentarios, por escenas que ha visto, por la cultura que lleva incrustada y por la sociedad en que se ha educado. Echa todo eso fuera y limítate a querer hasta que te quieran.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Dime, ¿a qué juegan los pájaros?

Perdona, siento venir a hablarte, pero ya sabes que me aburro cuatro veces al día, que la ansiedad me hace buscarte y que me gusta cuando te contemplo, abstraído, con esa expresión reflexiva de poder cambiar el mundo.

Hoy me he preguntado por qué me caías bien. Yo siempre me rodeo de personas que me caen bien, pero tú... Tú no eres de ese tipo de personas por las que lo daría todo o de las que lo darían todo por mí. Tú eres de esos seres que una encuentra en los lugares menos sorprendentes, de la manera más absurda y que, además, tienen cara de pocos amigos.

Llevo meses pidiendo al universo, al dios que no existe, a cualquier cosa a la que pueda pedirle, que no fueras de las cosas inevitables. Yo odio las cosas inevitables, las que suceden solo porque han sucedido y que, además, no me dejan escoger. No quiero que seas casualidad o piedra de mi destino, de un destino en que no creo.

Yo no he venido aquí para querernos, ni siquiera para que me veas, sino para que me cuentes, para que me enseñes cosas que no enseña ninguna escuela. Ella: - Dime, ¿a qué juegan los pájaros?, ¿a qué sabe ser tú?

Hay personas a las que miro con deseo, con lascivia; a otras las miro con odio y rencor. A ti no te miro, no soporto tu mirada, pero me lleno toda de ti, me inundo de un placer extraño solo por saber que estás a mi lado, vivo, respirando.

En el metro que guardo de distancia prudencial junto a alguien que no me ha invitado, que nunca me ha dicho que le guste mi compañía, solo en ese metro, creo en la magia. No sé si te molesta que me siente al lado, no me importa, lo voy a seguir haciendo, porque estoy en calma y protegida, porque eres tan auténtico que si te molestara, te levantarías.

En contra de lo que te gustaría, te voy psicoanalizando, sé que muchas veces finges, pero no estás pensando. Ella: - Dime, ¿qué vida tiene tanto que pensar? Todas funcionan igual, todas funcionan viviendo sin remedio.

A veces llego temprano, te espero un largo rato, con muchas preguntas a las que daré respuesta cuando sienta el crujido del banco al sentarte. Ella: -Dime, ¿por qué duermes tanto? Yo apenas puedo dejar de pensar en mañana y en venir aquí a contemplar el feo paisaje, pero tú duermes las horas de vida que yo pierdo entre la espera y la melancolía.

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Ella no apareció ya ningún día, se marchó una noche repleta de dudas que pensaba resolver al día siguiente. Nunca se conocieron, pero él, nunca jamás, volvió a dejar que nadie se sentara en aquel banco.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Tú, lector, absurdo mortal

Claro que no, no escribo sobre mi vida, porque sería absurdo. Mi vida es simplemente un continuum, como la de cualquier mediocre existente. Escribo todo lo que imagino, porque me creo mundos en los que me gusta vivir, pasar ratos que empiecen cuando los necesito y acaben cuando dejen de gustarme.
Añado a mi vida mil vidas paralelas que me enriquezcan, que me hagan pensar, ensanchar el alma, empatizar. Sin embargo, tú, lector, absurdo mortal, crees que en la Literatura todo es real, no dejas hueco a la ficción y eso me aterra, porque...no quiero que una mente tan vacía, tan plana como la tuya lea cosas que nunca sabrá interpretar.

jueves, 3 de noviembre de 2016

¿Qué sabras tú?

Tú que no has llorado una y mil veces sobre páginas que huelen a polvo, que no has escrito cosas de las que arrepentirte, que no has respirado otras calles menos podridas que estas y que no has perdido los motivos.
Tú no sabes nada.
Tú no sabes de nudos más allá de la corbata, pero a mí me atraviesan el cuello. Tú no sabes las veces que acercarse a una puerta da miedo, sabiendo que no habrá nadie, que salió huyendo. Tú no sabes cómo un ruido extraño tranquiliza solo porque te saca de la nada en la que andas. Tú no sabes cuántas noches se gastan en pieles que acompañen, cerrando fuerte los ojos para cambiar su voz, para cambiar su rostro.

miércoles, 26 de octubre de 2016

APB

Estoy aquí, llevo ya un tiempo. Ahora estás a más de dos mil kilómetros, pero cuando solo nos separaban cinco tampoco nos vimos. Te escribo, porque viajes a donde viajes, vivas como vivas y trabajes en lo que trabajes, tendré envidia. Tendré envidia de la mochilla que te acompaña, del sillín sobre el que viajas, del aire que te roza la cara cuando estás relajado y de las gafas de sol sinvergüenzas que ocultan tus ojos marrones.
Tendré envidia de las modas que sigues y no me gustan, de cada cerveza que tomes, incluso de las que te sienten mal. Tendré envidia de cada paisaje que vivas, que respires y engrandezcas. Tendré envidia, mucha envidia de tu amor por la fotografía y el contraluz.
Tendré envidia de los dos mil cinco kilómetros que hemos sumado en distancia, de tus camisas, de esas siete letras que te nombran, de lo poco popular que buscas ser mientras lo eres, del ritmo de tus zapatos y de ese extraño carácter que me llevaría años entender.
Tendré envidia y no es malo, porque, a parte de ganas, quiero tenerte algo.

martes, 25 de octubre de 2016

BlyEn

Me acerco a ti con miedo,
como a esa cita que no es cita,
que es sexo sin preámbulo
y besos sin aliento.

Me acerco con dudas y dos
o tres frases,
inconexas,
tartamudas.

Me acerco porque tú vienes,
aunque no sepa del todo
cómo apareciste
y qué me dirás hoy.

Cada día me aferras a ti
y desquicias más mi vida,
dándome lecciones
de no saber qué hacer.

Nunca me diste un consejo
ni me prestaste ayuda,
siempre mudo y
siempre enfermo.

Me he helado en tu frío
y me he perdido en tu luz,
porque paralizas ideas
y mueves manos,

porque haces grandes mis problemas,
pero me acompañas en silencio
cuando estoy bien,
cuando no quiero a nadie.

Me he helado en tu anchura
y me he perdido en tu fondo,
porque me conectas mundos
y a veces...

A veces te vas
y al tiempo apareces,
sin explicaciones,
lleno de borrones.

...y es que
no hay nada más frío que
un folio en blanco,
sin un verso, sin un rayajo.

sábado, 15 de octubre de 2016

Sin carta de recomendación

No soy más que el móvil que os suena cuando llego tarde a casa y tengo cosas por decir que no os importan. No soy más que el mensaje deprimido con pestazo a ron de barra en vidrio. No soy más que el tema de conversación de un día siguiente. No soy más que quien te quiere por las noches y te ignora por el día. No soy más que la confusión del "no me acuerdo" en vuestras risas. No soy más que un "pídeme un café, me voy al baño" a las cuatro y un cigarro de la tarde; ni más que el mito de "esta noche es la buena" a la una y tres cervezas de la madrugada.

Una vida sin ti

Tú que me invitaste a irme,
que me programaste, sin previo aviso,
una vida sin ti.

Tú que miraste lo importante,
serte fiel y ser feliz,
me encaminaste a mí.

Me encaminaste a esa laguna,
a ese oasis que va tomando forma
a base de mucho tiempo.

Un tiempo del que dispongo a exceso,
pero que no encontraba,
pero que no acababa.

Un tiempo tan largo
como haber nacido y
tener veinte años mal llevados,

de golpe y con prisa para
analizarlos en solo un rato:
el rato que duraste en despedirte.

Un rato que aún busco,
no para olvidarte,
desisto,

sino para encontrarte
la lógica de lo que no lo tiene,
de lo que no te duele.

Te recuerdo, por si has olvidado,
que no sigo razonamientos
más allá del verso,

que los número no son lo mío
y que cuanto más aprendo,
más ignorante me veo.

Te recuerdo.
Eso es todo.
No es malo y no es bueno.

sábado, 1 de octubre de 2016

Beberte a versos

Igual que no todos nacen para ser poetas, no todos nacen para ser poesía. No hay versos para todo el mundo, ni hay mundo para tantos versos. Sin embargo, a veces alguien sabe a melodía.
De melodía hay varios tipos: unas son lentas, se puede bailar con ellas, brindar; otras las oyes por detrás y duran lo que uno en girar el cuello; las últimas no dan tiempo al vals, pero sí a saborear sus notas, y esas melodías son las que cuesta quitar de la cabeza, esas que no deberías cantar, porque no te gustan, pero tu cerebro está empeñado.
Da igual, no importa, cuando otro con su melodía en mal hora llegue, cambiarás la canción, pero cuidado entonces, ya no regreses a aquel compás, porque cada vez que esto suceda, volverás a repetirla una y otra vez en tu cabeza.
De ti aprendí eso: lo peligrosos que sois aquellos que nacisteis para ser poesía. Nos hicisteis poetas de vuestros cuerpos cubiertos de besos que no os dimos; cubiertos de noches en las que no estuvisteis solos, pero nosotros no estuvimos; cubiertos de versos por los que morimos y aún no hemos leído.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Atrás

 Somos absurdos, como los polvos que uno pierde por el miedo a enamorarse. Algo está saliendo mal o quizá ya nos fallaron muchas veces, porque nos aterran las relaciones serias, nunca queremos nombrar sentimientos, haciéndonos sentir falsos valientes por ello, por decir que no pondremos nombre a lo que esa persona y nosotros tenemos.
 Lo que yo realmente creo es que las buenas decisiones se toman en la caótica mezcla de sentimientos, ansia y poco sentido común, y que habrá que amar las cosas simples, porque al final de cada día volvemos a quedar la almohada y uno mismo.
 ¿Recordáis cuando podían engañarnos?, ¿cuando no pensábamos en esa posibilidad y éramos felices sin comprender que las personas nos traicionaban? Yo aquello lo echo de menos.
Ahora necesito un café largo, tan largo como las tardes en las que no nos gustaba el café y ni siquiera fumábamos. Aquellos cafés no tenían nombre, no por miedo, sino porque no lo necesitaban. Yo sé que aquellas ideas que perdimos solucionarían muchos de los problemas que hoy tenemos.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Los pies en firme y la cabeza en alto

Él es la imagen que veo en cada viaje, él está cuando miro hacia atrás y el que a veces va delante enseñándome rincones. Es la cabeza despeinada de cada desayuno y la media cara que veo en el retrovisor.

Cuando él mira el cielo parece que algo interesante va a ocurrir y se ve esa curiosidad en sus ojos, de esos ojos que no dejan de vivir, que combaten el tiempo y la monotonía, porque no saben qué lugar van a mostrar mañana.

Él adora el viento, en contra, y me descubrió a qué saben los besos con lluvia y olor a aceras mojadas. Respira cada paisaje, pasando por todos sin fotos, anotando cada momento. Al fin y al cabo para él cada momento cambia el paisaje, de momentos hace su vida.

Él jamás se plantearía dejar todo lo que le gusta por mí, ni por nadie. Busca un compañero acompañante que acompañe sus memorias, sin mucha charla ni tiempo de historias que aún no se han vivido. Adora su independencia y no depende ni del aire.

No le importa lo que tarde en el camino, ni el más corto ni el más largo, solo el que decida. Nunca lleva gafas de sol, porque cree que se pierden detalles, de esos que a los demás no cuesta ver, pero que él aprecia mientras duermo acurrucada en sus piernas ajena a lo que me rodea.

Sin embargo, cuando él duerme es diferente, el detalle más importante que yo encuentro es su gesto. Yo sé que sus sueños levantan templos, vencen imperios, mientras él pasa indiferente, creyéndose alguien llano, como tú y como yo, como cualquier ser humano.

Cuando él habla crea cuentos, mundos, sentimientos. Es de esa gente odiosa a la que todo sienta bien sin querer, de los que no dan tiempo a fijarse en lo que llevan, porque todo está en su luz, en su energía, ese es el complemento que lo envuelve.

No discute, siempre dice "para qué" y debe tener algo ahí, en ese cerebro tan mal hecho y a la vez tan lógico, que lo hace tan libre. El mundo gira hacia su rumbo y él tranquilo, a lo suyo. ...y justo por eso lo quiero, lo quiero así, sin ser mío ni de nadie.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Esa demente dependencia

Que alguien le diga que pare, que deje de lucir esa insensatez tan atractiva y deje de dejarse ver así, tan dorado como gris.
Que alguien le diga que pare, que no rete más al viento con sus ojos y que deje mi vida en calma cuando nos crucemos a las tres de la mañana.
Que alguien le diga que pare, que no puede ir por el mundo agujereando pechos y haciendo como que lo lleva el aire.
Que alguien le diga que pare, porque va a descontrolarse, porque el mundo ya es adicto a su actitud imparable; esa actitud que arrolla a fuertes y esperanza a débiles; esa actitud que está en él como en mí escribirle; esa actitud que me sube y me baja, que me pende de las cuerdas que lleva bajo la coraza.
Por Dios, que alguien le diga que pare.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Alfa

Me fui con tiempo, una botella y algún miedo. Fue un trayecto rápido, pero lo sentí intenso, como se siente uno cuando los nervios deciden sentarse de golpe en el cuerpo. No sé qué vi, ni me preguntéis por calles, no recuerdo nada del antes.
Simplemente llegué allí, estaba en frente. Sus ojos me echaban un pulso de los que yo antes solía ganar, pero aquella vez fue distinto. Supe que había caído, que a partir de entonces tendría que abrazarlo si quería guardar el equilibrio.
Él empezaba su partida cuando yo había terminado el juego. Tuve que lanzar mis dados y los suyos, porque ni siquiera vio el tablero. Jugué con las reglas de siempre, fiel a las ganas que los años me dejaron clavadas entre el "a ver cuándo nos vemos" eterno y las personas que cruzaron por en medio.
Él, el imposible, salió de mis ficciones nocturnas y se hizo carne en un sofá, en una cama, en una ducha. Él, el imposible de mis noches a solas, de las botellas vacías, de mi adolescencia, de las canciones por descubrir, de mis páginas en blanco y, sobre todo, de esa risa... El mundo necesita más risas como la suya.
Estuvo cerca, cerca, cerca, dentro. En uno de sus mejores ganchos me golpeó el alma; me descubrió las mil piezas que lo forman y no encajan; me descubrió todo su caos, cubierto de vida y solitaria sabiduría.
Fue real y aún más imposible, porque desde entonces ni una noche ha estado aquí. Yo, que antes lo enlazaba entre mis piernas y lo dormía a besos, me esforcé por no pensarlo; aquello mi mente no iba a igualarlo.
Ahora conservo esa caja, que guarda de aquel día, como recuerdo, un reloj roto y un pendiente menos.

martes, 23 de agosto de 2016

Reapariciones

Estaba en esos días en que la vida pesa y me paré a esperar el rumbo que perdí. Alguien pasó. Yo no lo vi. Volví a casa sin miedo, pero sin calma. Necesitaba una ducha y estar sola, así que lo hice: nada de toallas. ¡Qué absurdas me han parecido siempre! Desnuda, empapada, un rastro de huellas y a las sábanas. ¡Qué fresco! ¡Qué libre en tan poco espacio!

La ventana abierta, las piernas abiertas, los brazos abiertos, seguramente la boca abierta. Nada sexy, solo esperaba el irremediable sueño. Dormí como después de una gran dosis y desperté sabiendo que abría los ojos al día en que la vida había vuelto. Fui a maquillarme.

Duró lo de siempre, duró lo que su mundo en despertar. Duró lo que a un loco la cordura, lo que a un hombre la libertad. Entonces me abrió el alma y echó un vistazo. ...debió descolocarlo todo, porque de nuevo alguien pasó, como pasaba siempre. Alguien que no vi, alguien con mi rumbo a cuestas.

lunes, 25 de julio de 2016

Idílico. Era idílico.


Lo vuestro, como lo de todos, no era algo que duraría eternamente, sino que se mantuvo vivo por pensarlo. El tiempo pasó, como pasa para todos, os descubrió que nada queda en pie si se ha olvidado suficiente.
Os parecía, como les parece a todos, que nadie sintió más, ni siquiera igual, pero es mentira, porque el tiempo pasa y lo atenúan otras caricias. Sin embargo, las caricias se acaban, como todo lo que gusta, y solo queda ningún fallo y todo bueno en el recuerdo.
De pronto, la oportunidad. Tú, ella y un gran recuerdo. Vais a lanzaros y todo va a ser, como mínimo, perfecto. ...porque tú y ella erais perfectos, porque no habían problemas, sino tonterías, porque nadie te hizo sentir mejor, porque los dos os dijisteis un día que, pasara lo que pasara, volveríais a estar juntos.
De pronto, no os conocéis. Una leve timidez os quiere hacer creer que habéis gastado los últimos cinco años echándoos de menos, pero los besos ya no saben igual, porque, irremediablemente, el tiempo te curó de ella y a ella de ti, como lo cura todo, y veis que no sois nada distinto de los otros.

lunes, 11 de julio de 2016

Se me apagó la poesía

Te leo. Te leo como miedo de olvidar que un día estuviste. Te leo, porque, por algún motivo, es todo cuanto has dejado entre las grietas del pasado.
A veces una está muy sola y otras veces también, pero ocupada. Tu tic-tac sigue, yo leo que lates, leo que avanzas, a pequeños pasos, como hiciste siempre. Como conmigo hiciste siempre.
Estás en la lista. Te leo para asegurarme de que aún estás en la lista; la lista de quienes se hacen asombrosamente grandes y te demuestran que no fueron alucinaciones de tu juventud, sino que realmente supiste apreciarlo, que hay personas imprescindibles en el mundo y que a veces no se equivoca el joven, sino lo mayor que espera ser.
Leo que tu vida no se encauza, porque sería absurdo, porque los cauces nunca fueron buenos. Leo que te descubres a ti mismo una y otra vez y ese es el cauce, el que nunca deja de desviarse. No hay dos horas seguidas en las que uno sea igual, eso tú me lo enseñaste. Por ello estoy aquí, te leo, para aprender a respirarte fuerte, pese a que tú no sepas si respiro o no.
Empecé a leerte tarde, eso es lo que creo.
Me conformo si leerte es infinito, si me queda esa grieta por donde se pierde tu anonimato. Dejé de soñar con verte, porque escribes y eso no me aterra, porque en tus letras siempre leo lo que me gustaría, sin gesto que me asegure que tu vida es otra vida que la mía.

lunes, 6 de junio de 2016

March is down

No voy a echarte la culpa,
porque la culpa es de esta hora
y de que yo aún siga despierta
siendo domingo por la noche.

Así que estoy desbordada,
quizá triste y ¡quién sabe!
Mañana puedo seguir
o que ya no pase nada.

A veces difícilmente
la mente está preparada
para asumir que, de pronto,
la felicidad te llega.

Tú, que debías ser un regalo,
me buscas a mí, que,
dalo por hecho,
te he envenenado.

He intentado ver cuándo es
el maravilloso día
del maravilloso mes
que me recuerda ser mujer.

Sí, debo reflexionarlo,
quizá podamos culparlo.
Sin embargo, yo no anoto,
ni siquiera, mis días malos.

Todo lo que yo escribo
son tareas que nunca haré,
poemas bastante malos
donde me niego a tu olor.

Todo lo que te escribo
es que cuando miraste
pensaste que yo venía,
pero yo me había ido.

Me fui con la cruel elegancia
de quien sabe que no estuvo,
pero para que te sientas
bien, fingió un proceso oscuro.

La culpa es mía, porque
la culpa y yo aquí estamos solas,
pensando en qué hacer contigo,
si conmigo lo lógico
es un lío.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Café

Está el de las mañanas,
en casa, tranquilos.
En cafeterías con bullicio.

Está el de la tarde,
ansioso, y preámbulo
de cuántas primeras citas.

Está el de la eterna noche
entre malos pensamientos
y el de estudiantes con libros.

En esas tazas del destino
estamos tú que estás leyendo
y yo que te adivino.

Cómo tomarlo,
qué cantidad,
¿fumar?

Dice mucho de nosotros,
de las expectativas,
de cómo nos va el día.

Y hoy tú...

...entre el bullicio de mi despertar,
ansiando un preámbulo
tras la noche que he visto pasar,

me ofreces aliviar el calor
sobre un cuello helado
color rubio tostado.

Veo que no entendiste el momento
ni mis ganas de pensar;
hoy era el día de un largo, oscuro y ahumado plan.


viernes, 18 de marzo de 2016

El volcán

Donde vosotros no veis nada,
yo aprecio cosas por contar,
intento plasmar una verdad.

No intentéis poner vuestros pensamientos a mi voz,
porque si en una lectura no ha bastado,
no os he alcanzado en el post.

Mis palabras giran en torno a un único sentido,
siempre, absolutamente siempre,
y cada uno ha de encontrar las suyas.

Quizá a muchos no os refleje en este blog,
pues no cabe el mundo entero en un solo corazón.
Unas entradas os valen, otras no.

No aspiro a reflejar la humanidad,
me voy reflejando en las mil historias
que me inspira vuestro respirar.

Es esta una labor muy cruel,
os analizo el alma y lo cuento en un papel.
Sin pedir permiso y sin quererlo tener.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Que yo he vaciado mucho...

Compartiendo vacíos se abren sentimientos,
porque el sentimiento no es solo amarse,
sino entenderse.

Yo te vi ayer y tú apenas mirabas algo,
tan altivo, tan implacable,
tan falto de tanto...

La tinta dice mucho de nosotros
sobre el papel, sobre la piel.
La tinta nunca calla.

Puedes atenuar la tarde con café
y un cenicero lleno, pero
por la noche seguirá tardando el sueño.

No es casualidad que nunca estés durmiendo,
que seas un pequeño bicho feo.
No es casualidad que no te entiendas,

ni es casualidad que te haya visto el alma
con un vistazo de dos horas,
porque yo antes también fui persona.

Admiro tu cobardía y tu desorden,
tu sonrisa
y hasta los nervios que escondes.

Admiro que quieras creerte,
que lo intentes, pero a solas
nunca llegues a ser fuerte.


lunes, 7 de marzo de 2016

El mar no deja de traernos muertos

En media cáscara de nuez aguarda Caronte
la llegada de esos cuerpos y las instrucciones
que las Moiras tejan en el viaje.

Muy despacio por el fúnebre líquido,
almas unidas por el miedo, el desconcierto,
van buscando un nuevo sinsentido.

Son tan solo pulsos que les ha echado la vida
movidos por el pulso de quien aún sigue latiendo.
...y es difícil seguir cuando los tuyos van muriendo.

La cáscara a veces porta el peso inútil de algún hijo
que ya nunca más dirá "mamá",
que despierta incluso las conciencias que no existieron jamás.

Mientras yo escribo en esta silla estable,
ellos en el mar convulso buscan vida
mirando al fondo, con la luna en las fijas pupilas.

Espero, de verdad,
seguir con la mente intranquila y pensando que es una mierda la vida,
antes que olvidar sus historias cuando no las cuenten las noticias.









jueves, 18 de febrero de 2016

Tan importante que solo ella da vida

Una mujer tiene que mirarse cada día al espejo,
durante un rato, hablarse
y establecer sus límites,
firmar su pacto.

Debe respetarse fieramente,
y no permitir que alguien deje de hacerlo,
porque una mujer es tan fuerte
que si falla ya en nada puede creerse.

Una mujer es ternura
y también carácter,
comprensión, amor y lujuria,
pero también rencor.

Una mujer no olvida,
no debe hacerlo.
Una mujer actúa, pero no se queja.
Ella tan solo va despacio...

Una mujer no se avergüenza de su libertad
ni reza cuando tiene miedo.
Una mujer tiene fe en sí misma
y poca en el resto.

Una mujer ayuda a otra
y no permite que la humillen,
porque cuando nos unimos
nos faltan tíos a los que hundir en el camino.

domingo, 14 de febrero de 2016

Los fin[des] de octubre

Hoy te escribo, porque te vas,
y en el fondo ya era hora.
Porque seas feliz,
después de tanto merecerlo
y porque no me recuerdes
como otra cosa que una broma más,
de esas que nos gasta el latir.

Debo ser lo que fui,
el último café de una última vez,
pero nada más serio que eso.
Hoy estoy bien,
contenta en el llanto de tu merecida felicidad.
Sé que te vas encontrando
y has dejado de morir.

Nunca tuve la brújula que te orientara,
ni aprendí a mirar los mapas.
Desquicié un millón de veces
el rumbo lógico
de toda vida humana,
porque este corazón hastiado
no se encontró nunca el alma.

Te guardo muy buenas palabras,
porque es lo que me has sembrado.
Yo abandono el tablero y leeré,
una vez más, las instrucciones del juego.
Es tu turno y ahora yo me siento,
aquí,
a esperarme.

jueves, 28 de enero de 2016

En lo alto, a oscuras y helado

A veces hay que quedarse un poco mudo
para entender el swing de la vida
y ver en otros tus fallos de hace días.

Hay demasiadas palabras inútiles
que aportar no aportan nada
y que enjaulándote acaban.

¿A quién pronuncias tus tiros?
A nadie más que a tu examen nocturno
cubierto de orujo y nubes de humo.

Empezaste a vivir el día en que te sentaste,
que te esfumaste sin nadie a relajarte
y que entendiste el tiempo que debías dedicarte.

Nadie se sentará en tu mente un día
y nadie comprenderá que a ratos no los quieres,
que tu mente no se inspira en sus rutinas.

Creerán que has empezado a vivir solo,
pero estás mejor que nunca
en ese escenario de existencia abúlica.

Hay demasiado ruido en las calles,
demasiado cansancio en la gente
y tú, al que nadie entiende y el que a nadie atiende.